27/10/14

Notas de un seminario...

Entonces lo imperfecto es redondo porque contiene también a lo perfecto. Me pregunto si mi ignorancia se acaba de topar con una analogía entre Dios y el inconsciente. Me pregunto: ¿ser consciente es estar en control? ¿En control de qué y quién? Tal vez de lo que creemos tener control.

Podríamos hablar de una conciencia más amplia, proveniente de ese ruido o música que emana del silencio y contradice el significado convenido de la frase dicha- te amo pero te miro feo... te odio pero mis labios te buscan. 
La sinfonía del silencio invisible parece contradecir o complementar la afonía de la apariencia.
De esto se puede deducir que “la conciencia" es aquello que cuestiona, que se separa de cualquier certeza; y por tanto, del arrullo de la orilla. Pero cuando arrastra hacia el fondo de la duda, como yegua desbocada sin riendas ni estribos, se convierte en inconsciencia.
O sea, un discurrir que se apodera de uno celosamente, dificultando o impidiendo del todo una relación con otros personajes del alma que a su vez nos relacionan con el resto del Universo en giros. 

Esta supuesta "razón", así, nos descoloca la piel.

Recuerdo haber escuchado en varias sesiones que mientras más reflexionamos, más nos alejamos de lo intuitivo. Lo instintivo es otra cosa. El hambre y la sed de los sentidos suele fatigarse pero siempre está en vigilia. Lo intuitivo, esa capacidad de escucharnos por dentro de manera casi refleja, indispensable en situaciones de encrucijada, parece, sin embargo, estar dormido; sobre todo para los desarraigados de la tierra, los que experimentamos la vida a través de galerías, museos y ventanas.
La propia maldición del dedo pinchado nos desterró de la inocencia animal. Ya no sabemos levantar la pata y mear los árboles. Ni aullar por los tejados el pan de Afrodita ... 

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