hoy fue que caí, hermana, en tu cumple olvidado. De inmediato la loca de la casa voló hacia el permiso que te pedí ayer -para soltarme -y recaí en la cuenta de que tampoco ayer fue tu cumpleaños.
Pensé era el motivo de mi súplica y nuestra concedida absolución: soltarnos por unos segundos de la sangre y del cordero.
Tu cumple, hermana, fue el pasado miércoles, justo el día en que Benja y yo caminamos hacia el consulado a ver si estaba abierto. Se nos fue la mañana en eso. Llegamos, preparamos el almuerzo
un brindis cotidiano sin ti
a partir de ahí se pierden tarde y memoria
Había soñado sin embargo con tomar uno de tus deshabillés guindados en el closet; oníricos, no recuerdo los usaras en esta dimensión
Interrumpes el deseo de permitirme seductora al entrar en aquel cuarto -compartido- del Edificio Cuyuní.
Cuando, creo, puedo al fin dejarme querer por la intimidad que me ofrecen dos llaves:
la del agua que acaricia y la de la puerta que aísla de intrusos,
siento otra llave desde afuera abrir la cerradura. Nuestra madre.
un juego de tres
y un cofre
con cenizas cautivas
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