una melba cuenta
los días para regresar.
Otra le dice,
¿para qué, para seguir cifrando la huida dentro de nosotras?
Me pregunto si
en español es casual
que un mismo verbo signifique a veces, numerar
cantidades
y otras, narrar
una historia llena de mentiras verdaderas y verdades falsas
¿Realmente me
siento protegida en mi apartamento de Caracas?
Me refiero
protegida de la visión de mi madre en pellejo y sustancia,
del
contacto con un pasado
jamás resuelto en la mirada de mi hermano
ni en el brillo
turbio sobre los lentes lujosos de su mujer.
igual ansío regresar a ese lenguaje en bolívares
donde la culpa
de gastar lo que no siento mío
queda detenida
en unas tarjetas bancarias
que no pasan -límites
absurdos de otra sangre-
Deseo pulsar la
tecla de enviar. A quién?.
O enviármelo a
mí misma sin tener que pasar primero por alguien más.
Virginia, vuelta
al tema del ego herido, el ego que necesita ser absuelto
pero desconoce
por su propia y puta naturaleza
la humildad