Entonces lo imperfecto es
redondo porque contiene también a lo perfecto. Me pregunto si
mi ignorancia se acaba de topar con una analogía entre Dios y el
inconsciente. Me pregunto: ¿ser consciente es estar en control? ¿En
control de qué y quién? Tal vez de lo que creemos tener control.
Podríamos hablar de una conciencia más amplia, proveniente de ese ruido
o música que emana del silencio y contradice el significado
convenido de la frase dicha- te amo
pero te miro feo... te
odio pero
mis labios te buscan.
La sinfonía del silencio invisible
parece contradecir o complementar la afonía de la apariencia.
De esto se puede deducir que “la conciencia" es aquello que cuestiona, que se separa de cualquier certeza; y por tanto, del arrullo de la orilla. Pero cuando arrastra hacia el fondo de la duda, como yegua desbocada sin riendas ni estribos, se convierte en inconsciencia.
O sea, un discurrir que se apodera
de uno celosamente, dificultando o impidiendo del todo una relación
con otros personajes del alma que a su vez nos
relacionan con el resto del Universo en giros.
Esta supuesta "razón", así, nos descoloca la piel.
Recuerdo haber escuchado en varias
sesiones que mientras más reflexionamos, más nos
alejamos de lo intuitivo. Lo instintivo es otra cosa. El
hambre y la sed de los sentidos suele fatigarse pero siempre está en vigilia. Lo intuitivo, esa capacidad de escucharnos
por dentro de manera casi refleja, indispensable en situaciones de encrucijada, parece, sin embargo, estar dormido; sobre todo para los desarraigados de la
tierra, los que experimentamos la vida a través de galerías, museos
y ventanas.
La propia maldición del dedo pinchado nos desterró de la inocencia animal. Ya no sabemos levantar la pata y mear los árboles. Ni aullar por los tejados el pan de Afrodita ...
La propia maldición del dedo pinchado nos desterró de la inocencia animal. Ya no sabemos levantar la pata y mear los árboles. Ni aullar por los tejados el pan de Afrodita ...