y el Espíritu Santo, una mujer
asomarse a las aguas no basta
hay que bañarse con ardor de
purificación
hasta ahora sólo
he olfateado mi río
desde soles sin párpado
y una sombra que encandila
la vuelta al polvo
Detrás de muchos siglos de un sol intolerante a la sombra, en algún pantano de la ciudad, se extravió mi nariz. La propuesta es encontrar lo que quede de ella Sea un moco salvaje desvencijado de soledad.
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